Mientras no tengamos educadores para el niño, creo que es un error parir más niños. Si no sabemos hacerlos hombres, ¿por qué tanto crío?. Mira, te lo voy a explicar de otro modo. Un niño es un prodigio de posibilidades. El 20% tienen de 6 a 9 años el coeficiente intelectual del genio, y por falta de educación adecuada, ya para los 12 años, son tan normales, tan tontos como nosotros. Pero espera un momento, todavía puedo explicarte esto de otra manera. El niño no tiene la cabeza en un sitio y el corazón en otro como nosotros. Lo que piensa y lo que hace le pasa al mismo tiempo. El pensamiento y la acción le ocurren al mismo tiempo, la cabeza y el corazón actúan inseparablemente. El niño así, biológicamente está proyectado, está imaginado, como un instinto superior, como un modelo para hombre, pero no hay educadores educados para educar a este niño, y a este niño el mal educador le enseña unas cosas por separado para la cabeza que tiene que ver muy poco con la cabeza, con lo más hermoso que crece en la cabeza de los niños que es la imaginación, y le enseña menos cosas, y también por separado, para el corazón. Lo grave de esta dicotomía, de esta separación del pensamiento y la acción, es que resulta casi imposible de reparar. El arte trata precisamente de esta reparación, aunque el artista como modelo y como educador ha resultado un fracaso absorbido por nuestra sociedad de consumo.
Jorge Oteiza
Jorge Oteiza